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Innovación normativa en infraestructura y la necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos

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Innovación normativa en infraestructura y la necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos

Si algo ha caracterizado la actual situación pandemia en que actualmente vivimos, ha sido el hecho de demostrar que las barreras y los paradigmas existentes en diversos campos pueden derrumbarse y cambiarse, si esto no fuese cierto no hubiese sido posible la adaptación de personas e instituciones a los cambios y alteraciones que han sufrido la cotidianidad, así como las formas de hacer determinadas cosas.

En este contexto cabe la reflexión si no será un buen momento para ajustar y modernizar especificaciones y normativas técnicas que por la fuerza de la costumbre han resistido tanto los años, como la permanente aparición de desarrollos innovaciones tecnológicas que han sido ignoradas sistemáticamente, evitando con ello la optimización y la modernización de procesos.

En tal sentido, esta ocasión que genera la situación actual, en la cual los propósitos de cambio y el discurso en pro de la innovación verdaderamente se hacen efectivos y se logra vencer la inercia, podría convertirse en una oportunidad única para una evolución que se exige a gritos y que no ha encontrado el elemento gatillador lo suficientemente efectivo y a prueba de toda excusa.

En múltiples ocasiones ante la pregunta incesante sobre que se ha hecho de innovador en el último tiempo, la respuesta es simple y es que muy poco, pero no porque no haya actores capaces de innovar o exista ausencia de eficientes, rentables y sustentables ideas, sino que las barreras y restricciones normativas constituyen el principal obstáculo para la innovación, de la cual se pregona en diversos foros, pero que en la práctica se reduce al mínimo, al menos en lo que a la infraestructura se refiere.

Por ello en este instante en que se transformó la cotidianidad y la forma de trabajar, además de la trasformación de las necesidades, que sumadas a las exigencias del mundo moderno (sustentabilidad y resiliencia) que obligaran en el corto plazo a formular y propiciar modificaciones las especificaciones técnicas y las normas, se aprovecha esta instancia para darle cabida a todo lo que sume y aporte a la nueva normalidad.

Uno de los ejemplos más claros es el Manual de Carreteras escrito para un contexto y realidad en torno a las necesidades y estándares necesarios para el desarrollo de una infraestructura como la Ruta 5, pero que hoy en donde la Dirección de Vialidad fija sus ojos en otros tipos de rutas con otro tipo de necesidades y dentro de un entorno y contexto social y económico diferente, lo cual no resiste análisis en cuanto a la necesidad y urgencia de su adaptación a la nueva realidad, que combinada con estándares más sensibles a temas como la seguridad vial o la sustentabilidad entre otros temas, requiere de mecanismos más ágiles de actualización.

Sumado a lo anterior, está el hecho que a falta de mecanismos ágiles y eficientes de adaptación y ajuste de normativas simplemente le cuestan al país y desperdician oportunidades de hacer un uso eficiente de los recursos y presupuestos.

Esperemos que esta situación que el destino deparó deje al menos una ventana abierta para la INNOVACIÓN, termino tan manoseado por estos tiempos, pero que verdaderamente aprovechado genera oportunidades de crecimiento y competitividad para el país como en este caso para el sector de la infraestructura.


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